A continuación os relatamos la historia de uno de nuestros acogidos contada por el cofundador de ACOMAR, Salvador Silva. Dada la extensión del relato y con el objetivo de respetar al máximo cada uno de los detalles de su historia, la publicaremos en dos capítulos. Hoy os presentamos el primero:
Cuando acogimos a aquella persona era materialmente imposible para nosotros trazar unos planes de atención y servicio para ella. Enseguida nos dimos cuenta de que sus principales problemas eran el alcohol y el abandono personal. Toda su vida estaba atada y dependía de la bebida: no hablaba él, sino el alcohol; el alcohol pensaba por él y hasta le dirigía su rutina...
Además de todo esto, aquella persona se dedicaba cada día a la mendicidad, de la que también dependía. Tras conocer todo esto sacamos la conclusión de que teníamos que luchar, trabajar y orar para cortar las dos raíces, el alcohol y la mendicidad, que tenían atada a esta persona al campo de la pobreza. Pero...¿por dónde debíamos comenzar?
Lo cierto es que nuestro acogido había sido un buen trabajador, tenía un currículum estupendo y estaba muy bien preparado para ejercer su profesión.
También teníamos claro que en estos casos lo más importante era fortalecer el diálogo con él y, sobre todo, escucharle de forma permanente. No nos importaba su dependencia al alcohol, su falta de higiene, sus proyectos abandonados...nosotros debíamos dejar de mirarle desde arriba, porque solo podíamos entenderle desde abajo.
Nos gustaba comparar su vida con una guitarra y pronto nos dimos cuenta de que la única cuerda de su guitarra que todavía sonaba era la presencia de su hijo. A través de su hijo comenzamos a acercarnos a su YO interior, hasta que conseguimos llegar a su corazón.
Siempre hemos dicho que para llegar al fondo del corazón de los acogidos, también debemos introducirnos en lo más profundo de nuestro ser. Siempre con el objetivo de transmitirles nuestros sentimientos (ternura, comprensión, cariño, compasión...) para llenar su vacío interior y comenzar a dar vida a su YO. Amigos, aquí comenzó nuestra lucha para recomponer aquella “guitarra” perdida.
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