No me dedico a mirar estadísticas ni números de personas que pueden estar en situaciones difíciles de pobreza, ni las que nos pueden llegar. Las relaciones de números me parecen frías, se respetan. Me agrada más vivir la realidad, del día a día. El momento cercano y actual con el trabajo, el servicio, la atención, el cuidado que en nuestra Casa de Acogida y Seguimiento, que todos los voluntarios, vocacionados, vamos realizando, día a día, todos los días del año, con nuestra debilidades y nuestros fallos, en favor de las personas últimas de nuestra sociedad. Abriendo nuevos caminos hacía nuevos horizontes, con la ayuda del Señor.
Hay tres verbos, que al realizar nuestro servicio se pueden conjugar: Acoger, Atender y Tratar. Son imprescindibles si se va a llegar al fin de nuestra actuación; que es aceptar a la persona de forma integral. Estos infinitivos hay que conjugarlos llevando a la práctica un plan de trabajo, elaborado juntamente con la persona, si ella voluntariamente quiere nuestra ayuda, para salir de su situación de pobreza
1º. Acoger: Ahí se le va abrir la primera puerta a la persona necesitada. Se realiza la Acogida. Aquí prevalece la escucha, la escucha, la escucha a la persona, ayudándole a desbrozar su situación, con nuestro corazón dispuesto a ayudar, servir y amar a la persona.
2º. Atender: Si se han escuchado los momentos de sufrimiento y carencias que padece la persona no superficialmente sino tratándolos con nuestro corazón y poniéndonos en su lugar llegaremos a tener el convencimiento de cuáles son las necesidades que tiene la persona analizando su tema con todo nuestro corazón y buscando soluciones para romper con tantas carencias, que la humillan.
3º. Tratar: Equivale a comenzar con ella un camino de diálogo, comprensión, ternura, afecto… intentando transmitirle los sentimientos cristianos de nuestro corazón a su corazón, creyendo a la persona. Seguro que se abrirá y llegará la comunicación. Ambas personas se conocerán y llegará la amistad.
Naturalmente, todos estos pasos, hay que darlos permanentemente con la persona, sin prisas.
De lo que se trata, es de ayudar a la persona para que ella, poco a poco, vaya creando su propia autoestima, su fuerza y su vida y comience a tener su paz y confianza en sí misma.
Tengamos presente que estas personas están caminado por sendas muy oscuras y muy difíciles Se han caído y se han levantado. Hay en ellas una virtud muy importante que después de todo lo pasado aún la conservan, que es la Esperanza. Creen todavía que la luz de un pequeño” farol” se puede encender, algún día, en el túnel duro y oscuro de su vida. ¿ Por qué no puedes ser tú ese “farol”?. Deja por un rato tus ocupaciones y preocupaciones. Remonta, el vuelo de tu corazón acercándote a estas personas y dando vida comenzarás a vivir otro estilo vida, que te fortalecerá. Acompaña a quien te puede necesitar, no está muy lejos. La esperanza del pobre te espera, llenará tu alma. Nunca te irás de vacío.