martes, 24 de febrero de 2015

Artículo III de la serie "¿Dónde está mi yo?": La pobreza actual

En este tercer artículo de la serie "¿Dónde está mi yo?", el cofundador de ACOMAR, Salvador Silva, nos habla sobre las características de la pobreza actual, con el objetivo de comprenderlas para poder ayudar a los más necesitados:


La mayoría de las personas que forman la pobreza actual son jóvenes. Todos ellos suelen sentirse desorientados, desmotivados e inestables. Tienen miedo a enfrentarse al mundo exterior, y en especial, a su realidad interior con la que han de convivir cada día. Su vida y sus relaciones personales permanecen atadas a su comportamiento antisocial, que no les deja abrirse a los demás. 
Y es que a pesar de que desean comenzar un nuevo camino y dejar atrás una vida llena de sufrimientos y preocupaciones, no quieren volver a fracasar. Todos estos rasgos conforman las características personales de los pobres. 

Otra de las características esenciales de la pobreza es que estas personas se sienten profundamente solas. Anhelan romper con las raíces que les atan a un mundo repleto de exclusión, pero como muchos no encuentran a una mano amiga, se vuelven más solitarios, y aumenta su sensación de desamparo y encierro en sí mismos.

Los pobres desconfían de la sociedad de la que forman parte, porque se sienten defraudados con ella. Por este motivo, les cuesta confiar y desnudar su corazón ante los que tratan de ayudarlos.

Los pobres han de buscar su pequeño sitio en una sociedad que se rige, cada vez más, por la rutina, la inmediatez, la superficialidad…En ocasiones nos dejamos llevar por las apariencias y nos olvidamos de lo que nos decía Jesús: “Ama al prójimo como a ti mismo”. Este es el auténtico cristianismo, amigos. El que da sentido a la fe cristiana, la religión que mueve montañas y la que lucha para conseguir que este mundo sea un lugar más justo para todos. 

Los verdaderos cristianos son aquellos que apuestan por los pobres: son aquellos que les ayudan a abandonar todos esos rasgos que les definen y que hemos comentado anteriormente. Son aquellos que les protegen, les defienden…y sobre todo, les AMAN.

domingo, 15 de febrero de 2015

Familias que se eligen: testimonio de una voluntaria de ACOMAR

A continuación os presentamos el testimonio de una de las voluntarias más jóvenes de nuestra asociación. En él nos relata lo que siente cada vez que ayuda a los pobres. Se trata de un escrito breve, pero cargado de emoción y cariño hacia los más necesitados. Esperamos que lo disfrutéis:


Recupero la fe en las personas cuando acudo a Acomar. Observar cómo los voluntarios dedican su tiempo a mejorar la vida de los pobres, es, sin duda, maravilloso. Lo cierto es que el mundo tiene buenas noticias, aunque pequeñas, como lo es Acomar. Pequeñas en el sentido de humildes, que no buscan llamar la atención; pero buenas, porque luchan para hacer de este mundo un lugar mejor. 

A pesar de participar de forma esporádica siento una gran satisfacción cada vez que aporto mi granito de arena a esta obra. Las tardes de los lunes veo una realidad con la que no trato en el día a día; y eso me ayuda a valorar lo que tengo, no sólo bienes materiales, y  a darme cuenta de todo lo que puedo ofrecer a los demás. Y es que Acomar me ha enseñado, entre otras cosas, que todos somos importantes y que todos tenemos algo que aportar al mundo.

Siempre he estado convencida de que los seres humanos, sin excepción, debemos tener las mismas oportunidades, así como el derecho a una vida digna. Recomiendo de corazón sumarse a esta causa a todo aquel que esté interesado en hacer voluntariado, porque Acomar te revuelve el alma y te invita a mirar la vida con otros ojos. 


Me gustaría terminar diciendo que cualquiera puede formar parte de Acomar, sea cual sea su color de piel, religión, nacionalidad...hay familias que no vienen asignadas, sino que se eligen, y yo, hoy más que nunca, elijo a Acomar. 

lunes, 9 de febrero de 2015

Aniversario 25 años de ACOMAR al servicio de los pobres

Con motivo de nuestro 25º aniversario al servicio de los necesitados, el cofundador de ACOMAR, Salvador Silva, dedica estas palabras a todos los voluntarios, amigos y familia de nuestra organización:

Hoy es un día grande para ACOMAR, tanto para los voluntarios como para los acogidos. El 2 de febrero de 1990, sin tracas, sin aplausos, sin ruidos, sin aglomeración de personas, nació ACOMAR...todo fue de lo más sencillo, y es que las obras de Dios son así: sencillas, pero extraordinarias. 

Recuerdo que aquel día en el patio de la parroquia, apoyado en una baldosa, había una persona que parecía muy necesitada. Estaba desnutrida, enferma, descalza, mojada... Alguien se acercó y le preguntó: ¿Qué te pasa.? ¿En qué puedo ayudarte? Entonces dialogaron, y tras mucho hablar, ambos se comprometieron a cubrir sus necesidades externas y a trabajar juntos para paliar las internas, que son las verdaderamente importantes, las más complejas. 

Lo cierto es que cuando existe voluntad de ayudar y de dejarse ayudar, todo resulta más fácil. No hay que esperar a que lleguen los momentos fáciles para echar una mano, hay que comenzar en el preciso instante en el que sentimos que alguien necesita nuestra ayuda. Así trabajamos en ACOMAR. Aunque nos topemos con incomprensiones, inseguridades, indiferencias...nosotros siempre debemos responder escuchando, atendiendo, mostrando afecto, y sobre todo, siendo pacientes con los acogidos. 

Solo si se AMA a la persona, con sus defectos incluidos, podremos ayudarle a encontrar la felicidad. ¿O es que acaso no sabemos que tenemos que ser fabricantes de felicidad? Nosotros siempre la buscamos atendiendo a los pobres: si les escuchas, ellos te escucharán. Si te ocupas de ellos, ellos se ocuparan de ti. Si luchas por su dignidad, ellos lucharan también por la tuya. Si les ofreces tu amistad, ellos te otorgarán la suya para siempre. 

Aquella persona de la que os hablaba al inicio de esta carta fue el primer acogido al que atendimos en ACOMAR. El proceso duro 3 años. Al final salió adelante. 
Nosotros, que por aquel entonces éramos solo cuatro voluntarios, nos planteamos lo siguiente:  ¿Si hemos hemos ayudado a una persona a recuperarse, por qué no seguimos haciendo lo mismo con todas aquellas que necesiten ayuda? Y así seguimos desde hace 25 años.