viernes, 7 de julio de 2017

ESCUCHEMOS A LA PERSONA POBRE Y NECESITADA… Y LUEGO ACTUEMOS.

Desde  que comenzamos, siempre hemos procurado que la atención, el servicio, la ayuda… a la persona muy muy pobre, que diariamente llegan a nuestra Casa de Acogida y Seguimiento, sea lo mejor posible. Al cabo de 27 años, no sé el número de personas que habremos atendido, servido y ayudado.
Muchas han estado Acogidas y, gracias a Dios, salieron del inmenso campo de la pobreza y gozan de su dignidad. Rompieron las raíces que  tanto tiempo las  tenían atadas.
Actualmente, otras,  siguen los mismos procesos que las anteriores poniendo todo su empeño, esfuerzo y todo su corazón para conseguir su dignidad.
Todo ello, tiene  un valor incalculable, porque esta persona, va realizando un camino por donde va a caminar, no exento de dificultades, para entrar  en su felicidad.
Es aquí, en este camino, en este proceso, donde se ve la necesidad que tienen estas personas, cuando deciden  salir de sus situaciones de pobreza, de que alguien las acompañe y ayude a dar sus pasos. Solas imposible.
Pero debemos tener en cuenta, que contando con nuestra  compañía, han de ser ellas mismas, las protagonistas de su propia liberación.
No todas han seguido los mismos caminos. Hay personas que no pudieron o no quisieron. Abandonaron el proceso que habían comenzado. Respetamos su libertad, pero todas y todas tuvieron las mismas oportunidades. Y aún abandonando el camino emprendido, las seguimos ayudando y no las perdemos de vista por si algún día quieren volver. Todos nos podemos equivocar y todos tenemos derecho a rectificar, pues  aquí  las esperamos para volver a empezar, como muchas veces ha ocurrido. “Tratar a las demás personas  de la manera  en que vosotros queréis ser de ellas tratados” (Lc. 6,31).
Todo lo  hemos hecho y seguimos haciéndolo, con la ayuda del Señor, con los mismos y a veces escasos recursos que disponemos, pero nunca se han marchado sin haber compartido con nosotros sus necesidades, sus sufrimientos, sus dolencias, sus fracasos… poniendo siempre remedio a sus carencias, en lo que buenamente hemos podido, con  todo respeto y cariño hacía estas personas.
La pobreza sigue su curso y   se refleja su actividad  no solamente en  la escasez  de recursos materiales, sino lo más importante, en el abandono que sufren muchas personas en su  soledad.
Estamos convencidos en ACOMAR, de que el daño más importante que puede hacer la pobreza a  la persona  es romper y destruir el mundo interior de la misma. Por ahí comienza. Cuando nos  sentamos  a dialogar con  alguna de ellas muy muy necesitadas, que por las circunstancias que sean llegan buscando ayuda a nuestra Casa, lo primero que nos piden es alimentación, alojamiento, ropa…pero si continuamos con el diálogo, el tiempo que necesite, sin prisas, porque nos lo piden, llegará el momento en que el YO profundo de la persona, dolido, humillado… comenzará a hablar y nos irá diciendo cual es la raíz o  raíces que atan a la persona al  inmenso campo de la pobreza y el por qué. Cubrir sus necesidades  está muy bien, pero no nos quedemos ahí porque  nos quedaríamos a mitad de camino y el camino es largo.
Las  raíces de  la  pobreza son muchas y diferentes. Hay en algunas personas situaciones de tanto sufrimiento que nos puede decir: “ No me atiendas solamente mis “heridas” externas, no te quedes en mi necesidad. No te vayas, mira también mis “heridas”, las  internas. Haz todo lo posible por ayudarme a “curarlas”. Acompáñame desde vuestro voluntariado.
Por  favor, por favor, escúchame, escúchame, escúchame y podrás tocar profundizar las diferentes raíces en las que permanezco atada. Mira: Estoy atrapado/a por el alcohol, la droga, la prostitución, el abandono personal… han roto  mi comunicación y relación con los demás.  Perdí mi brújula, no tengo rumbo en  mi vida… igual me da comer, que no comer, que estar  todo el día caminando sin saber a dónde ir. Ducharme  y estar con la misma ropa todo el tiempo que sea y pueda continuar. Lo  de pasar  la noche, puede ser en la calle, en un banco de una plaza pública, en la playa, en una casa abandonada… qué más da, el colchón es el mismo, un trozo de cartón.
 Otras pueden decirnos, dentro de sus diferentes situaciones: Tengo mi familia pero se terminó la relación hace ya mucho tiempo, hubo un mal entendido y ni nos vemos ni nos hablamos, seguramente no saben si existo. He trabajado unos días, he cobrado un poco de dinero, no me he sabido administrar, se me ha terminado, lo he malgastado. Soy un “sin papeles” que dejé mi familia allá en mi país, se me ha  terminado el plazo de mi documentación y estoy en “vía muerta”. Soy una chica jóven, he caminado en el campo de las dependencias, en el consumo y en otros lugares… estoy embarazada… quiero que nazca mi hijo, no tengo quien me ayude. Soy un enfermo mental y además soy consumidor de droga y me encuentro abandonado…
Amigos, amigas, no era solamente la comida, el techo, la ropa… lo que necesitaba la persona. Su situación no se arreglaba cubriendo su necesidad. No. No. Hay  dentro de la persona muchas más situaciones que hay que solucionar para poder realizarla. Ahí hay que llegar, para  ver su realidad y poder comenzar el camino que nos puede pedir. Ya no  se  va a tratar de dar a la persona algo material, se va a tratar de darse a la persona.
¡Cuántos sufrimientos, cuántos lamentos, cuántos silencios llenos de dolor…!. ¿Verdad que es necesario no quedarnos en cubrir su necesidad?. ¿Verdad que el ayudar a una persona a salir del campo  de la pobreza e ir poco a poco eliminando sus  raíces no se consigue ni con un bocadillo, ni con un alojamiento, ni pagándole la luz o el  consumo de butano?.
Si vamos a profundizar en el compromiso de ayudar, solos es imposible hacerlo. Partimos de que  somos “seres limitados” y nos podemos cansar. Pero nunca hay que tener miedo: “Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo, os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón  de carne… y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (Ez 36 26, 28).
Pero hay más. Estas raíces  son la parte superficial, luego durante el acompañamiento a la persona, si se dialoga mucho con ella y se le va transmitiendo seguridad, paz, amistad…la misma persona nos llevará a otra situación muy dura que habrá que “curar”. Son  sus lamentos. Los lamentos de su YO. Hay que poner mucho corazón para escucharlos de cerca, porque hay que escucharlos  con el corazón, porque los problemas que salen del corazón de la persona pobre y necesitada y pueden ser: “Estoy fracasado o fracasada, hundido o hundida, marginado o maginada, excluido o excluida, ignorado o ignorada olvidado o olvidada, agotado o agotada…Estas son las “heridas internas” que hay que “curar y “sanar”. Estas  “heridas” son las que tienen el  YO,  de la persona, “roto”, “destrozado”, en un vacío interior profundo.  Amigos y amigas,   aquí  no hay vida.
Esto no se debe olvidar, que la realización de la persona ha de ser desde dentro hacía fuera. Ahora hay que dejar todo lo externo. Ya  tiene todos los servicios de atención primaria cubiertos, que vaya día a día sirviéndose de ellos: alimentación, higiene, alojamiento, búsqueda de empleo, tratamiento médico (si lo necesita)….Procurando llevar un orden, que habrá que revisar. Estas personas no se sienten realizadas porque tengan toda la necesidad externa cubierta No. No. Hay un tema muy importante en su vida que es su YO y el vacío interior en el que se mueve. El pobre es persona y por lo mucho que ha sufrido, no camina.
Si poco a poco, dialogando,  escuchando, hablando se comienzan a compartir sentimientos de afecto, comprensión, aceptación, atención,  ternura… nacidos del Evangelio, de un corazón que AMA y se acerca a la persona, que se entrega a la  persona, que se da a la persona y que camina  con ella en el proceso que le corresponda, que mutuamente se ha preparado, se puede ir llegando muy lentamente al YO profundo de la persona y se puede ir creando un ambiente de  satisfacción interior.
Cuando estas personas ven y palpan que no se les rechaza, que no  se tienen en cuenta  sus situaciones pasadas, ni su estado actual de marginación, drogodependencia, delincuencia… y van comprobando que son aceptadas con generosidad, con alegría, con paz, que si cometen errores, se puede  empezar de nuevo… todo ello nos lleva a un entendimiento mutuo y a una transmisión de sentimientos mutuos y ambos,   acompañante y acompañado aprenderán el uno del otro y nos daremos cuenta que esta persona, marginada y excluida… que tenía sus raíces en el inmenso campo de la pobreza, se va descubriendo que  se van eliminando y comienzan a salir en su corazón brotes nuevos de  esperanza que van a llenar el vacío interior y su YO.  Se  irán “curando” y sanando esas “heridas” y comenzará a sonreir. Cambiará su YO en lo sentimientos que se le hayan transmitidos  y recibidos de corazón a corazón y poco a poco su YO comenzará a tener vida, porque en su YO está la fuerza, la alegría, la vida… lo que antes estaba lejos hoy lo tiene cerca, se terminó el vacío interior… busca a su familia, busca su salud, busca a quienes le hayan ayudado, el voluntario/a que le dado de comer, que le ha servido, que le ha hablado,  que le ha limpiado las lágrimas,  que le ha sonreído,  que le cogió las manos cuando  más dura era su situación, que lo escuchó, lo escuchó, lo escuchó una y mil veces cuando le costaba hacer el camino el proceso, cuando quería marcharse porque aquello era muy duro y le hablaba y le hablaba… con su corazón a su corazón, cuando lo miró a los ojos mientras le servía    la merienda o le daba las medicinas, cuando le han dado ropa  limpia  Ahora busca ser útil, busca su libertad, busca su sonrisa, busca su paz, su dignidad… En su YO encontró  la libertad. Son momentos  inolvidables en la vida de cada persona.    
“Tuve hambre y me diste de comer. Estaba en la calle y me diste techo. Estaba en la droga y me acogiste. Estaba “hundido”, “marginado”. “excluido” y me diste tu mano para salir. Lloraba por mi situación de soledad y dolor y me limpiaste mis lágrimas. Mi YO estaba “enfermo” por mis muchas “heridas” y me las curaste. Me sentaba a la mesa a comer y me servías la comida…Hoy tengo vida.”
En nuestra Casa, en nuestro voluntariado el trabajo se convierte en servicio. Somos Comunidad de laicos al servicio y atención de estas personas muy  muy pobres. Somos un   pequeño grano de arena, que junto a estas personas estamos intentando llevar adelante  un poquito de solidaridad, comprensión, escucha y AMOR. Estamos convencidos que unidos podemos ir consiguiendo día a día que la persona muy muy pobre pueda ir saliendo del campo de la pobreza donde  se encuentra. Todos somos ACOMAR. “ Buscad primero, el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura.”(Mt 6,33).
Alicante, 18 Junio 2017. Salvador.


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