lunes, 22 de septiembre de 2014

El alcoholismo: un acogido nos cuenta su historia

                              
A continuación os presentamos el testimonio de un acogido contado por el responsable de ACOMAR, Salvador Silva: 

"El tiempo pasaba y aquel cuando lo creía oportuno venía a nuestra casa a la hora en la que atendíamos a los acogidos. Siempre venía acompañado de una botella de vino entre las manos. Se sentaba en la acera y hablaba consigo mismo y con la botella. A veces se acercaba a alguno de los acogidos para pedirle un cigarro.

Un día decidimos salir a hablar con él y nos ofreció vino. Lo declinamos y conseguimos que nos contase algo de su vida, pero de forma desordenada. Decidimos que había que escucharlo e intentar ayudarle, aunque estuviese en esas condiciones.
Siempre hemos pensado que la primera condición para ayudar a un pobre es escucharlo.
Le dimos unos pantalones limpios, porque los suyos estaban sucios y olían. Le invitamos a que viniese al día siguiente para seguir hablando con él, pero le pedimos que no trajese tanto alcohol. 

A los pocos días llegó algo más sereno. Le dimos comida. Se la tomó rápidamente y nos pidió más. Se la dimos. Hablamos, hablamos, hablamos…
Durante varios días pasaba la noche “liado” entre unas mantas en una casa en construcción llena de ratas. No se duchaba. Mendigaba para tomar alcohol, comía de los contenedores. Le dijimos que dejara los contenedores y viniera a comer a nuestra casa. En esos momentos todavía no le comentábamos nada acerca de abandonar el alcohol. Aún no era el momento. Su YO aún no estaba preparado para ello. En estos casos no valen las prisas ni los cálculos sino el diálogo, la escucha y la paciencia. 

Con el tiempo conseguimos dialogar con él sin el alcohol de por medio. Por nuestra parte, siempre le proporcionábamos comida y ropa limpia. Pero no queríamos cubrir solo estas necesidades superfluas. Sabíamos que si nos quedábamos ahí, nos quedábamos a mitad de camino. Queríamos llegar a la raíz de su pobreza, que estaba originada por el alcohol. Estaba claro. Esa raíz había que cortarla para devolverse su libertad. 

Nuestro acogido después de mucho diálogo había comprendido que  no podía dar ese paso solo, necesitaba alguien en quien confiar. Necesitaba otra forma de vida que conseguimos después de muchas y muchas conversaciones.  Ya no solamente comprendíamos la raíz de su pobreza, sino que también habíamos escuchado sus lamentos…y qué lamentos, amigos. 

Una noche después de cenar, nuestro acogido le confió a la persona que le realizaba el acompañamiento que estaba preparado para dejar atrás su anterior vida, que quería dejar de sentirse marginado, hundido, asqueado, humillado…; y sobre todo que quería dejar el alcohol y comenzar de nuevo. 

Le ofrecimos la opción de acudir a la Unidad de Conductas Aditivas (UCA), donde comenzaría un tratamiento específico dictado por unos médicos especialistas y para el que siempre contaría con nuestra ayuda. 
De esta forma nuestro acogido comenzó un proceso en el que le fuimos conociendo poco a poco. No fue fácil, pero al final logramos cubrir todas sus necesidades primarias y el acogido consiguió rodearse de un círculo de amigos que le apoyaban en todo momento. Había renacido su fe. 

Al final, su YO cambió. Durante el proceso de recuperación, que es precioso, se encontró con su familia. Ese es otro tema muy lindo.  Actualmente continúa con nosotros. Lleva en proceso unos cuatro años. La raíz que originaba su pobreza se ha cortado. Ya es libre. Su YO ya no es el alcohol, su YO es su persona y su dignidad. Por todo ello damos las gracias a Dios.

Son los testimonios como el que os acabo de relatar los que realmente nos empujan a seguir adelante día tras día".