jueves, 16 de junio de 2016

LA POBREZA NO SE HEREDA SE GENERA

Cuando dialogamos con las personas que atendemos y servimos, diariamente desde el voluntariado, en ACOMAR, interesándonos por saber la raíz o raíces que la tienen atada a su situación de pobreza, para entre todos comenzar a ir eliminando poco a poco, esa situación, y  que vaya la persona consiguiendo  su libertad; llegamos a la conclusión de que muchos casos, muchas situaciones se podían haber solucionado   y  serían muchas menos las personas que estarían enraizadas en el inmenso campo de la pobreza. Pero, en su momento, no encontraron ni una mano,  ni un corazón amigos que le hubieran ayudado en aquellas situaciones,  desesperadas, de carencias.
 Aquel desamparo le llevó  a hundirse en el campo de la pobreza y como no había quien le cubriera no solamente su necesidad sino que también le llevara la alegría  y la esperanza a su YO, que estaba completamente roto, echó  raíces y allí se quedó. Naturalmente mientras más tiempo pasaba más profundas eran aquellas raíces. ¡Qué pena!.
Este campo es inmenso. Algún día hablaré de él. Está en nuestra sociedad, en nuestro mundo civilizado y también  a la vuelta de la esquina.  Está lleno de   personas como tú y yo: jóvenes, mayores y niños. Unas incipientes, otras habituales y otras crónicas. Están a la espera, a la espera de que alguien se acuerde de ellas. No tienen a dónde ni a quién  acogerse, para algo tan simple como  escuchar  y escuchar a la persona. La importancia de la escucha y también el diálogo. Todo el tiempo que necesite la persona.
  No basta, no basta con cubrir su necesidad  de alimentación, de alojamiento, de ropa… que está muy bien, muy  bien…pero hay  mucho más en ella. Lo repito una y las veces que hagan falta. Si nos quedamos ahí, nos quedaríamos a mitad  de camino.  Estas personas nos piden  algo  más. Te reclaman que la escuches en sus lamentos, porque de tras de sus lamentos vas a encontrar muchas “heridas”. Las más profundas son las que no se ven con los ojos de la cara.  Hay que comenzar a curárselas con los ojos del corazón. Cuando tu corazón y mi corazón hablan,  transmiten sentimientos de amor, que se han de expresar en el servicio a la persona en palabras y en obras, sobre todo obras. Es fácil  coger un  micrófono y llenarlo de palabras, palabras, palabras… teorías, teorías…, es fácil y se puede quedar muy bien. Eso, a la persona muy pobre, no le sirve de nada.
La “heridas” más profundas  no se curan con agua del grifo. Junto a su YO hay mucho trabajo que realizar. ¿Cómo vas a llenar el vacío interior profundo que esas “heridas” han dejado en su YO? Necesitan  una  terapia especial. Un servicio especial, que se ha de transmitir con sentimientos de amor, comprensión, escucha, paciencia, ternura… Es entonces, cuando  el corazón de la  persona muy muy pobre necesita más proximidad, más cercanía, más trato directo.  Es entonces cuando nos está  pidiendo que nos pongamos a su altura. Que entremos en su YO, pero no con escalones ni distancias, ni de visita: No. No. porque entonces sería imposible de entendernos. Amigos, la pobreza no se hereda, se genera. En cuanto dejamos a estas personas a su suerte y no queramos complicarnos la vida, volviendo la cara para otro lugar, las olvidamos… ya las estamos hundiendo en el campo de la pobreza, y la pobreza aumenta y aumenta y  nuestra sociedad se resquebraja. En vez de nacer el amor, llega la indiferencia, y el abandono  y comienzan  a  nacer en el corazón de la persona muy muy pobre las “heridas” profundas.  Nunca perdamos de vista, de que son personas como tú y como yo y que  están llenas de “heridas” tanto externas como internas. Hay que ayudar a curar esas “heridas,” para llegar a su libertad. Están “atadas”. “El Espíritu del Señor está sobre mí, me ungió para evangelizar a los pobres; me envió a predicar a los cautivos  la libertad, a los ciegos la recuperación dela vista, para poner en libertad a los oprimidos, para anunciar un año de gracia para el Señor.” (Lc.4,18,19)
 ¿Os acodáis dela parábola del rico Epulón y Lázaro?. “Éste último solamente pedía de las migajas que caían de la mesa…, no las tenía. Solamente llegaban los perros y  le lamían las úlceras.” (Lc.16,21). Os acodáis de la carta del apóstol Santiago “ De aquel que llegaba a la asamblea con anillos de oro y trajes magníficos y le decían  pasa y siéntate  honrosamente y luego llegaba el pobre y le decían: Tu siéntate donde puedas. (Sant.2,1,3).
Creo, que a este mundo no nos ha traído el Señor para dejar herederos de pobreza. Él nos quiere a todos mucho más. En su vida nos demostró que no quiere el sufrimiento.  Él  luchó y dio la cara para que estas personas tuvieran su dignidad y libertad. Estoy  seguro que tampoco me ha traído para generar pobreza, sino para compartir lo que somos y lo que tenemos, con aquellos que están en lo más hondo  del campo de la pobreza.
Hay unas palabras muy bonitas de nuestro Papa  Francisco que las pronunció en Lesbos, lugar
de llegada de muchos inmigrantes el 16/04/16. Que dicen asi: “Solo  el que sirve con amor  construye la  paz. El servicio nos hace salir de nosotros mismos para cuidar a los demás, no deja que las personas y las cosas se destruyan, sino que sabe  protejerlas, superando la dura costra de la indiferencia que nubla la mente y el corazón”.
Alicante, 13 Junio 2016.
Salvador.
El  mayor error que podemos cometer, es no hacer nada por miedo a equivocarnos.

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