Llegaba la tarde y con ella todos los preparativos del voluntariado para poder celebrar en ACOMAR la Nochebuena con todas las personas muy muy pobres, tanto Acogidas como Atendidas, que diariamente servimos y atendemos en nuestra Casa de Acogida y Seguimiento. El voluntariado, ya estaba comprometido en traer cada cual lo que pudiera de alimentos para compartirlo, con estas personas. Mientras los/as jóvenes traían del almacén las mesas para colocarlas en el salón comedor de nuestra Casa, y las sillas, los mayores preparan en nuestra pequeña cocina el orden de los platos bien, pero bien repletos de comida especial para compartirla con estas personas muy muy pobres.
Todo no era activismo, porque si nos quedamos en eso, nos convertimos en robot. En ACOMAR, no hay robots. Se trabaja, se escucha, se comparte, se sufre…pero siempre dejándole sitio al corazón y cuando el corazón habla AMA.
Pues bien, ya estaba todo preparado. Sobre las siete de la tarde comenzaron a llegar estas personas. Todos, todos en esta Nochebuena no reunimos para celebrarla con nuestros seres más queridos. Ellas venían a celebrarla con sus seres queridos, sus amigos de ACOMAR. En su rostro se reflejaba, como todos los días, la certeza de que en esta Casa se les AMA. Ocuparon sus sitios. Se le habló del motivo de nuestra celebración. Se les proclamó la Palabra de Dios en el apartado de referencia al Nacimiento de Jesús. Y comenzó la cena. Tenemos personas de diferentes costumbres, cultura, religiones… pero se notaba que el Dios que nacía era el mismo Dios de todos. No había distinción, ni categoría. Solamente había una cosa en común el compartir, no solamente la comida, sino lo más importante el diálogo y el AMOR. Nadie era extranjero. Todos hermanos.
Luego llegó el momento de los villancicos. Un coro de voluntarios con sus guitarras nos animaron a compartir los cánticos y al final, lo más bello, el testimonio, que sale del corazón de las personas muy muy pobres, de cómo llegaron a ACOMAR y cómo está recuperándose y logrando su dignidad. Por último el testimonio del voluntariado. Se habló tanto jóvenes como mayores de su gran vocación al servicio de estas personas, durante todo el año, que se lo merecen todo, llegando a la conclusión de que es mucho más lo que recibimos de ellas, que lo que nosotros podamos darle. ACOMAR, escuela de vida, dando vida.
Todos tuvimos un recuerdo, una oración por nuestra querida María Roca (q.e.p.d) que tal día, hace un año, fue la última vez que nos visitó en ACOMAR, para estar con estas personas muy muy pobres y su recuerdo y su presencia está con nosotros. El pensamiento más profundo que reinaba en el corazón de cada voluntario/a, en silencio era dar gracias a Dios porque habíamos celebrado la gran eucaristía de compartir todo lo que tenemos con el mismo Jesucristo en la persona de cada pobre..¿ “Cuando te vimos”. “Cuando te ayudamos”?… Cada vez que lo hiciste con uno de éstos más pobres a mí me lo hiciste”. Al terminar y recogíamos todo mirábamos al Niño Jesús de nuestro Belén en ACOMAR y sonreía y su padre y su madre nos miraban. Nos daban su PAZ. ¡Qué mejor regalo de Navidad!.
Salvador.