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jueves, 22 de septiembre de 2016

CONOCÍ UN NUEVO ACOGIDO

Hace unos días conocí a un nuevo acogido inmigrante en Acomar. Llamó a la puerta de Acomar con la esperanza de que alguien le pudiese ayudar. Llevaba consigo una bolsa llena de mendrugos de pan que había encontrado por la calle y ese era su pan de cada día. No comía comida caliente desde hacía más de veinte días. Ese mismo día, gracias a la colaboración de los voluntarios, pudo cenar un plato de comida caliente. Pero el acogido necesitaba algo más allá de un apoyo físico, como es saciar el hambre y la higiene; necesitaba que lo escucharan, que lo comprendiesen y enseguida se sintió amparado en Acomar. Contaba que desde hacía mucho tiempo se sentía vacío por dentro y que buscaba ayuda para llenar su interior. Además, narraba que es difícil encontrar ayuda en la calle. Él nunca pensó estar en una situación de pobreza y cualquiera puede llegar a una situación como ésta, por ello, no entiende que en la calle le mire con desprecio y no lo ayuden.
Su próximo objetivo es volver a su país de procedencia ya que piensa que allí encontrará una vida mejor. Para ello necesita tener un orden en su vida. Necesita un orden a nivel administrativo (papeles, dinero…), pero también un orden personal e interior que le permita volver a su país. A penas unos días después de su entrada viste ropa nueva y una sonrisa sincera porque se siente en paz en Acomar. Le han sabido atender, entender cuáles eran sus verdaderas necesidades y ahora llevan a cabo su seguimiento personal y también tiene cubiertas todas las necesidades primarias a la espera de poder llegar a su país.

Una vol

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