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martes, 30 de diciembre de 2014

Testimonio de un matrimonio voluntario en ACOMAR

A continuación os presentamos el testimonio de un matrimonio, que desde hace muchos años los dos trabajan como voluntarios en ACOMAR: 



En la sociedad en la que vivo tengo mi sitio, mi familia…no estoy solo. Durante muchos años busqué mi felicidad, y justo ahora siento que por fin la he encontrado. 
Y no la he descubierto en el dinero o en la fama. Tampoco en lo que implica el tener o el saber. He hallado mi felicidad de la única manera en la que creo que se puede conseguir: haciendo feliz al prójimo. 

Siempre he intentado hacer feliz a mi familia. Pues siempre supe que si nosotros éramos felices, podríamos hacer felices a los demás. En esa lucha constante por hacer dichosas a las personas de mi alrededor, un buen día el Señor nos llevó a ACOMAR. 

La vocación y perseverancia de sus voluntarios, todavía eran pocos cuando nosotros llegamos, nos sorprendió de inmediato. Cada día salían por las calles a buscar a los pobres y se sentaban con ellos a hablar, les daban algo de comer y les buscaban un lugar donde poder dormir por las noches. 

En esa época, no existía la Casa de ACOMAR, los voluntarios no tenían un techo donde poder juntarse y nadie les ayudaba. A pesar de que cada uno de ellos era diferente, todos tenían algo en común: su vocación estaba unida a su fe. Sus ganas de ayudar al prójimo habían nacido de la Palabra de Dios. 
Después de vivir un proceso de fe durante 12 años en una parroquia, se les había grabado a fuego en su corazón las siguientes palabras del Señor:  “Tú busca el reino de Dios y su justicia; y todo lo demás se os dará por añadidura”. Los voluntarios de ACOMAR intentaban, en la medida de lo posible, acercar el reino de Dios a los más débiles, a los invisibles de la sociedad.
Y digo en la medida de lo posible porque ellos vivían de la Divina Providencia, pero luchaban contra las dificultades, los obstáculos y los contratiempos que se les venían encima cada día, para hacer mejor la vida de los pobres. Para hacerles felices. 

Al tiempo de conocerles y observar la labor que realizaban, nos unimos a su asociación y no tardamos en darnos cuenta de que éramos mucho más felices.  Nuestras vidas  comenzaron a estar ligadas a las de los pobres. Los queríamos como si fuesen parte de nuestra familia. 

Mucho tiempo ha pasado desde entonces. Hoy somos más de 80 voluntarios y atendemos a un promedio de 85 personas diarias. Cada una de ellas con distintos problemas, pero todas con la necesidad de que les ayudemos a reintegrarse en la sociedad, y sobre todo, a reencontrarse con su YO. 

Lo cierto es que nosotros nos sentimos muy satisfechos de haber dedicado parte de nuestra vida a los que no tienen nada. Les hemos visto crecer, recuperarse de sus enfermedades y adicciones. A veces, también lo hemos pasado mal con ellos, pero siempre, siempre, ha merecido la pena. 

Nos gustaría terminar nuestro testimonio con la exposición del primer caso del que fuimos partícipes al poco tiempo de llegar a ACOMAR: 

Una tarde había en la puerta de nuestra Casa unas 60 personas, que esperaban para ser atendidas por los voluntarios. Pero solo teníamos 30 bocadillos y un bote de aceitunas para alimentarles. Nosotros nos preguntamos: ¿Cómo vamos a alimentar a tantas personas si no tenemos más comida? 
El responsable de ACOMAR nos dijo: "Cada uno a su sitio y a seguir con el trabajo". A los pocos minutos apareció una vecina con un guiso de pollo. Al rato, llamaron de un colegio de la ciudad y nos dijeron que nos iban a traer unos alimentos que les habían sobrado de una celebración. Al final comieron todos y la nevera se quedó repleta para el próximo día. 
Esto es ACOMAR. Somos felices y hemos encontrado la felicidad haciendo felices a los demás. 


domingo, 7 de diciembre de 2014

Artículo II de la serie ¿Dónde está mi yo?: ¿Cómo son las personas abandonadas?

En este segundo artículo de la serie "¿Dónde está mi yo?",el cofundador de ACOMAR, Salvador Silva, quería hablaros un poco de cómo son las personas que diariamente llegan a ACOMAR y no dejan de repetir que, más que cualquier otra cosa, se sienten abandonadas. 

Ellos no han tocado fondo por voluntad propia. La mayoría cuenta con un pasado bastante agitado, un presente incierto y un futuro que no quieren ni pensar en él. Le tienen miedo. Tienen mucho miedo a todo lo que significa incertidumbre. 
Están cansadas de no estar, de no de vivir, porque abandonadas no se puede ni estar ni vivir dignamente. 

Sus compañeras más fieles son sus carencias. No tienen nada y no exigen nada a los demás. No solo echan en falta una toalla con la que poder lavarse, unos calcetines con los que no congelarse los pies en invierno o una cuchara con la que llevarse la sopa a la boca; más que nada, ellos echan en falta un amigo con quien dialogar y que tenga todo el tiempo del mundo para poder escucharlos. 

Algunas de ellas nunca imaginaron verse en esta situación. Pero un día todo se complicó y desde entonces se sumergieron en una vorágine de catástrofes que parecía no tener fin. 
Por ello, nunca podemos estar seguros de nada, nunca podemos decir que "de este agua no beberemos". Nunca sabemos qué nos puede pasar el día de mañana. 

Mientras escribo, me viene a la mente un refrán que mis padres me decían cuando un mendigo se acercaba a nuestra casa en busca de limosna, en una época en la que no había para comer, pero sí había fuerza para compartir y ayudar a los demás: 
No le niegues el pan al pobre que de puerta en puerta llama, quizás te está enseñando el camino que tengas tú que seguir mañana. 




lunes, 1 de diciembre de 2014

Visitando ACOMAR


La pasada semana recibimos dos visitas muy especiales para ACOMAR y queríamos compartirlas con vosotros:


El viernes nos visitó un grupo de alumnos del colegio Lope de Vega de Benidorm, acompañados de su sacerdote. Él es buen amigo nuestro y ha trabajado durante mucho tiempo con los pobres a los que atendemos. 

Ya hace algunos años que conocemos a este colegio y solo queríamos volver a darles las gracias por su predisposición y por ayudar, siempre, a los pobres, sobre todo ahora que se acerca la época navideña y sabemos que están preparando una campaña solidaria.



El domingo recibimos en ACOMAR a 30 chavales de un grupo Scout de Alicante, acompañados por sus formadores, que trabajan desde hace unos meses con nosotros. 
Todos los niños vinieron de forma voluntaria para interesarse por la labor que realizamos con los pobres. 


Lo cierto es que fue una mañana bonita y enriquecedora tanto para ellos como para nosotros. Aprendimos dos cosas importantes: la juventud de hoy en día tiene un corazón limpio y enorme en el que cabemos todos; y los mayores deberíamos aprender de su vitalidad, energía, y sobre todo, de sus ganas de comerse la vida

Gracias, tanto a los alumnos del colegio Lope de Vega como a los chavales de un grupo Scout de Alicante, por haberos acercado a ACOMAR y por ayudarnos a construir un mundo más solidario para las personas más olvidadas.






                                                                  Fuente: ACOMAR