A continuación os presentamos el testimonio de uno de nuestros acogidos para que, a través de su historia, conozcáis algunas de las realidades con las que tratamos diariamente en ACOMAR.
Como queremos salvaguardar su identidad, el escrito no aparece firmado. Le damos las gracias a nuestro acogido por haberse atrevido a abrir su corazón y relatarnos algunas de sus viejas heridas. Ahora, os dejamos que lo conozcáis a través de sus palabras:
Mi nombre carece de importancia, ya que soy una persona más en
este círculo vicioso que está formado por todas aquellas personas que se dedican al consumo excesivo
del alcohol. Un infierno. En mi caso se prolongaba, se prolongaba…hasta que, en un abrir y cerrar de ojos, me vi en un
pozo sin fondo…
Cuando vi en lo que me había convertido, ya estaba SOLO.
Intenté, en varias ocasiones, intenté, repito, salir de esta situación, pues aquello no
era vida, era un desajuste total en mi vida. No tenía un
techo donde vivir ni comida ni higiene ni ropa ni tan siquiera un amigo…, lo intenté,
como digo, pero en mi soledad era imposible y siempre tenía recaídas.
En esta situación, yo
no podía pensar ni hablar ni decidir ni organizar…el alcohol lo hacía todo por mí. Yo era el “muñeco” del alcohol.
Ni personalidad ni criterios ni proyectos ni trabajo ni familia…todo lo realizaba y organizaba el alcohol, y mientras
más tomaba, más lo necesitaba.
Esta era mi situación hasta que alguien me trajo a ACOMAR.
Tuve la primera entrevista y ya en la segunda expliqué mi situación: mi dependencia y el deseo de salir de ella, enseguida me ofrecieron su ayuda, colaboración, compañía, afecto…y me dieron alojamiento, alimentación, higiene, farmacia y la oportunidad de comenzar el tratamiento
médico en UCA (Unidad de Conductas Adictivas). Así lo hice.
Cuando llevaba un buen tiempo me salió un trabajo. Se lo comenté a mi responsable en ACOMAR que llevaba un acompañamiento diario
de mi caso. Me dijo que adelante, pero que no abandonase mi compromiso diario de asistencia a ACOMAR y no dejase de lado el tratamiento médico en UCA.
Ya ganaba mi dinero. Yo quería que me lo administrase
ACOMAR, pues no me atrevía a manejarloo mismo. Aunque sobre la situación de mi dependencia, me
encontraba bastante mejor. Llevaba bien el proceso de rehabilitación.
Pero, entonces, me ocurrió lo
peor. Lo reconozco. En cuanto me vi con
mi trabajo y un poco
“recuperado” del alcohol, le dije a mi responsable de ACOMAR que me marchaba, pues el trabajo me absorbía mucho tiempo. Mentira. Lo engañé, y me engañaba a mí mismo.
Él me dijo que no hiciera eso, que aún quedaba mucho camino por recorrer, que estaba bastante mejor, pero que no estaba recuperado, que
volvería nuevamente a la dependencia, que, por favor, lo pensara…; pero que ante
todo, yo era libre y podía disponer de mi vida como quisiese.
Le dije que me marchaba. Me entregaron mi dinero, nos despedimos y me fui.
Al poco tiempo me di cuenta de que el terrible fantasma del consumo
de alcohol se acercaba otra vez. Y llegó. Así estuve bastante
tiempo. Estaba perdido. Sabía lo
que tenía que hacer, pero no me atrevía.
Un día, bendito día, me encontré en la calle, casualmente, con el responsable que tenía en ACOMAR, le llamé, hablamos y me pidió que volviese
nuevamente a ACOMAR. Así lo hice. Cuando llegué a ACOMAR, por segunda vez, no tenía ganas ni de vivir, que ya es
decir… Pero, aún así, comenzamos de nuevo.
Hoy, 7 de Mayo, hace tres años y medio que he vuelto a ACOMAR. Vuelvo a sentirme persona. Y me siento orgulloso de como estoy ahora. Estoy actuando según
los criterios de ACOMAR y poniendo de mi
parte. Doy las gracias porque me siento
feliz.
Todas las palabras que recibo en ACOMAR, incluyendo la
oportunidad de vivir dignamente en el alojamiento que me han proporcionado, me
han subido la moral. Me siento con fuerzas para seguir
luchando y mejorar cada día con la sutileza que en ACOMAR recibo.
Nuevamente estoy en la búsqueda de empleo, pero seguro
de que ya no se volveré a repetir lo
anteriormente expuesto. Aprendí mucho en todo el tiempo que estuve fuera de
ACOMAR. Ahora valoro mucho más lo que tengo y lo que ellos me dan, no solo cosas materiales...
La verdad es que puedo decir que en ACOMAR me han curado el CORAZÓN.
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