La Cuaresma en ACOMAR, es sumamente práctica, cercana y actual. Se realiza muy bien, sin grandes ritos. “´Vía Crucis” hay muchos, cada persona lleva el suyo. Algunas más de uno. Si lo sigues te lleva a su “calvario” , auténtico, no hacen falta ni textos ni estaciones. Se trata del encuentro con el Señor en la persona marginada. Caminar con ella a fin de intentar conseguir su “resurrección”, su dignidad, que es el supremo valor, de cada persona. Ese camino será una gran oportunidad real y auténtica para vivir la Cuaresma de la persona muy pobre. La Cuaresma aquí dura todo el proceso, hasta recuperar la persona su dignidad. Entonces celebramos también su Pascua.
Nos encontraremos con lo que es el desierto, la conversión y la oración.
DESIERTO. Si vamos a acompañar a esta persona hay que situarse donde está. Hay que entrar y permanecer en el desierto de su vida: soledad, abandono, desesperanza… carencias, un mundo cruel. Con muchos lamentos. Si vamos a estar hay que escucharlos. Aquí no hay sitio para los espectadores, ni los indecisos, ni para los disfrazados. Sí para los activos o activas compartiendo su vida con la persona marginada. En el desierto hay que caminar junto a la persona. A distancia, no. Nunca. En este tiempo, nos puede enseñar dos cosas importantes amar y perseverar. El abandono, le haría mucho daño.
CONVERSIÓN. El desierto del pobre es duro. Hay que caminar a su paso de igual a igual. Las prisas, el orgullo, la vanidad, las envidias, el rencor, las exigencias, mi comodidad….con esos temas, imposible de hacer camino ni ayudar a llevar ninguna cruz. Amigos, hemos entrado, sin darnos cuenta en lo que comienza a ser la conversión personal. Se terminó mi protagonismo y comenzó el amor. La protagonista es la persona amada y acompañada. Vamos a pasar de la indiferencia al amor. Ahí nos conoceremos.
ORACIÓN. El camino continúa. Se pueden presentar en la persona acompañada situaciones de dudas, cansancio, malestar, …quiero y no puedo…miedos… En el desierto no se puede volver atrás. Lo hecho, hecho está. Estas situaciones, hay que tomarlas serenamente. Nos puede ocurrir, que en algún momento, nos cueste dialogar, escuchar, amar, perdonar…perseverar. Lo más importante… esperar. Para continuar y ahondar, es necesario orar. Sin fe es imposible caminar. No se puede hacer camino con la persona necesitada, sin fe. Esa misma fe favorece su libertad y fortalece nuestra misión. Ya sabemos cuales son los ayunos que el Señor le gustan”….Parte tu pan con el hambriento, alberga al pobre sin techo, viste al desnudo y no vuelvas tu rostro a tu hermano” (Is. 58,6, 7).