El día 2 de Febrero del año 1990 a las 18´00 horas, en una tarde fría y lluviosa, estaba una persona, mojada por el agua que caía, con poca ropa, casi descalzo, tiritando y sin alimentos, mendigando en la puerta de la parroquia. Mercedes y yo nos interesamos por él y por su situación. Ni tenía alojamiento, ni alimentación, ni tampoco trabajo…, comenzamos a ayudarle, estuvo 3 años con nosotros y salió adelante, volviendo nuevamente a su lugar de trabajo. Así de sencillo nació ACOMAR. Ya otro día comenzaré a contaros con más detalles los pequeños pasos de ACOMAR, en la realización de grandes metas y en la continuidad. Y todo desde el voluntariado. Por eso hoy me dirijo a vosotros y a vosotras.
Amigos y amigas. Me mueve escribiros estas letras por dos temas muy importantes que tenemos en nuestra Casa. Primero, la fuerza de la verdad y segundo el colectivo de personas que atendemos y servimos.
La fuerza de la verdad está en vosotros y en vosotras. Está en vuestros corazones, en vuestra fidelidad al compromiso de ayudar a las personas más necesitadas; que dejándolo todo venís para estar con ellas. Personas que no conocéis, ni sabéis nada de ellas. Solamente que están en ACOMAR, que son personas y aquí son atendidas. Simplemente con ese pequeño detalle ya os nace el compromiso fuerte de llegar aquí y de estar con los pobres.
Segundo tema, el colectivo de personas que llegan diariamente a nuestra Casa, buscando un rayo de esperanza para poder rehacer sus vidas que están “rotas”.
Sus carencias son tanto externas como internas: No tengo qué comer…no tengo alojamiento…no tengo quien me ayude a salir del alcohol,… no tengo quien me prepare la comida… no tengo quien me escuche…no tengo quien me comprenda, ni sepa de mi vida… a nadie le importo…Ante estos lamentos de un corazón destrozado por sus muchos sufrimientos… la respuesta de ACOMAR es: “ Pasa, siéntate, vamos a escucharte y ayudarte”…
Comienza el servicio, la atención, la ayuda, la escucha… es el corazón del voluntario, de la voluntaria que se pone en marcha y se va uniendo al corazón “roto” de la persona, hundida, fracasada, olvidada… y comienza a dar vida donde no había más que sombras muy alargadas de tristeza, va naciendo la esperanza.
Luego está el vacío interior profundo que vive el alma la persona fracasada, que la va llenando de soledad, de olvido… Aquí la presencia del voluntario y de la voluntaria en el servicio que le presta, con hechos, le va llenando su YO de comprensión, de amabilidad, de ternura… y le va naciendo la alegría.
El corazón del voluntario y de voluntaria no engaña, es la esencia del servicio, sirviendo, amando, trabajando, oyendo, esperando, todo de forma muy humana..Con estas actitudes el corazón del voluntario y de la voluntaria no se cansa. Ni tampoco lleva cuenta del tiempo que ha de estar cercano escuchando a la persona. Si ha de volver a comenzar por un error de la persona acogida, nuevamente comienza el proceso. Si hay que preparar más alimentación de la prevista, porque hay más pobres que atender allí está el voluntario y la voluntaria, con la mayor alegría preparándoles su alimentación y si falta ropa también la busca. El voluntario, la voluntaria es persona muy importante en el lugar que ocupe, siempre con humildad, porque es el eslabón de la cadena del servicio a la persona. Cada eslabón tiene su misión y entre todos somos capaces de transformar la situación de tantas y tantas personas que sufren, en recinto de paz y serenidad.
Pues bien, fijémonos la importancia que tiene en la vida de cualquiera de nosotros que estamos organizados, estas dos situaciones; la esperanza y la alegría, pueden ser signos de seguridad. Pues fijémonos también, en la vida de cada una de estas personas cubiertas de “heridas” y además excluidas, que no cuentan para nadie, cómo puede repercutir, ante la carencia de todo tanto externo como interno, que vaya brotando en el corazón de esa persona la situación de la esperanza, para conseguir su dignidad y la situación de la alegría, Amigos, amigas la persona puede estar curada y lo hablo desde una experiencia de estos años vividos en el campo de la pobreza, simplemente porque se siente querida y amada. Es importantísimo para la persona el sentirse amada porque ahí está el comienzo para ser curada.
Durante el proceso, camino a realizar con la persona, y al final del mismo… se oye desde lo más profundo del alma del pobre… se escucha un leve susurro que habla y nos dice muy suavemente y con mucha paz… “pues es verdad que me preparaste de comer”…”es verdad que me serviste la comida, la cena, la merienda”, es verdad que estaba en la droga y me ayudaste”… “es verdad que estaba en la calle, durmiendo en un cajero y me diste alojamiento”…” es verdad que en todo lo que hacías ya me estabas amando”….y la persona que has acompañado y que has servido y que has amado, como la primera que atendimos, que estaba tiritando de frio, al final te sonríe…
¿Qué mayor fuerza de la verdad cristiana podemos encontrar en nuestra vida que el compromiso de fidelidad en el servicio a estas personas muy muy pobres?.
Todo esto, y más, se va realizando gracias a Dios. Aún nos queda mucho más por hacer.
Un fuerte abrazo para todo el voluntariado de ACOMAR. Mercedes y Salvador.
Alicante 31 Enero 2018.